Beauté holistique & belle peau
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Belleza holística y piel hermosa

Emociones, estilo de vida, entorno, historia personal... Nuestra piel nos dice y dice quiénes somos. Si conocemos la importancia del estilo de vida para nuestra salud, igualmente lo es para el equilibrio y la luminosidad de nuestra piel: esto es lo que llamamos belleza holística.

Lejos de tener una textura uniforme, nuestra piel tiene tres capas: la epidermis, la capa más fina que es también nuestra primera barrera protectora frente a las agresiones externas. La dermis, más gruesa, que aporta a la piel flexibilidad y firmeza gracias a sus numerosas fibras de colágeno y elastina. Y por último la hipodermis, la capa más gruesa y profunda.

Un vínculo directo entre nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso cutáneo.

Este mecanismo de tres niveles sugiere un principio obvio: para actuar sobre nuestra piel, debemos pensar globalmente. Sin duda, el papel de los cosméticos es crucial para tratar la epidermis y preservar su función de barrera contra las agresiones externas. Pero debe complementarse con un enfoque más holístico.

Una primera pista la dan los recientes descubrimientos científicos, en particular los del profesor francés Laurent Misery. Jefe del departamento de dermatología del Hospital Universitario de Brest y director del laboratorio de neurociencia de la Universidad de Bretaña Occidental, este especialista en la relación entre la piel y el cerebro estudia cómo funcionan los neurotransmisores, estos mensajeros químicos que circulan entre la piel y el sistema nervioso. – ejercer una influencia sobre las funciones de la piel. 

Estos descubrimientos indican que los neurotransmisores pueden influir en el grosor de los tejidos, pero también en la producción de colágeno y sebo, en la pigmentación de la piel e incluso en la respuesta inmune.

La piel, reflejo de nuestras emociones

Este vínculo entre piel y cerebro se confirma en las conocidas manifestaciones físicas de nuestras emociones: enrojecimiento en caso de ira intensa, blancura en caso de miedo, luminosidad en caso de felicidad, tez apagada que sugiere, por el contrario, tristeza o incluso estado de depresión. Tanto es así que según la doctora Danièle Pomey-Rey, dermatóloga y psicoanalista del hospital Saint-Louis de París (Francia), el 80% de las enfermedades de la piel tienen un origen psicológico: “Quien la padece es alguien 'uno'. que tiene mucho que decir, pero que no lo logra. Luego habla con su piel”. La psoriasis puede ser un signo de ira reprimida, el eccema un signo de ansiedad, el acné una posible manifestación en caso de duelo o de un período de estrés intenso.

El estilo de vida y la salud de nuestra piel están estrechamente relacionados

Todo coincide en considerar la salud de nuestra piel de una manera que depende estrechamente de nuestro estado de ánimo y del estrés que la somete a nuestra vida diaria. Por “estrés” nos referimos aquí a todas las influencias negativas que nuestra piel encuentra a lo largo del día. Esquemáticamente, el concepto de belleza holística divide los orígenes en dos categorías: entorno y estilo de vida.

En el aspecto medioambiental, los factores perturbadores que atacan nuestra barrera cutánea –esta famosa epidermis– son la contaminación, el sol y la humedad. El primero libera radicales que debilitan el ácido hialurónico y las moléculas de colágeno responsables de la elasticidad de la piel. El segundo emite rayos UV-A que penetran profundamente en la piel y alteran la estructura del colágeno. En cuanto al tercero, la falta de humedad (especialmente en invierno con aire más seco), amplifica el fenómeno de descamación y deshidratación de la piel. En todos los casos, las consecuencias son las mismas: manchas, pérdida de elasticidad y fortalecimiento de las arrugas.

Además de estos factores externos, nuestro estilo de vida tiene una influencia considerable, en nuestra salud general por supuesto, y en nuestra piel en particular. El sueño, la actividad física y los hábitos alimentarios son los puntos clave. Investigadores de la Universidad británica de Saint Andrews han demostrado que hacer ejercicio, perder grasa y dormir bien por la noche mejora el color de la piel. Una dieta equilibrada también influiría en el equilibrio y la belleza de la tez, ya que la epidermis acumula los pigmentos coloreados presentes en particular en frutas y verduras.

Algunos consejos de sentido común para una piel radiante

La conclusión de este conjunto de datos es clara. Para tener una piel radiante, naturalmente es necesario adoptar una rutina de belleza más holística. Para ello, debes empezar por equiparte con productos de cuidado adaptados a tus necesidades específicas, como una crema de cuidado . Pero es necesario ir más allá y pensar globalmente. Para ello, respetar unos sencillos principios es fundamental:

  • Dormir bien, porque es durante este periodo de sueño cuando nuestra piel recarga mejor sus defensas naturales;
  • Protégete del sol, dejando el rostro y el cuerpo lo más posible a la sombra y/o utilizando un protector solar de índice 50 adaptado a tu fototipo; y la contaminación.
  • Favorecer una dieta equilibrada con productos naturales, privilegiando los alimentos de temporada, ricos en vitaminas, proteínas magras, oligoelementos, ácidos Omega 3 y antioxidantes (pescado, carnes magras, frutas, verduras, etc.);
  • Hidrátate regularmente: al menos dos litros de agua al día (ojo, el té o el café no lo sustituyen porque deshidratan);
  • Encuentre formas de aprender a gestionar mejor su estrés y sus emociones, por ejemplo siguiendo uno u otro de los métodos existentes: meditación de atención plena, sofrología, coherencia cardíaca, terapias conductuales, etc.
  • Y por supuesto, realizar actividad física con regularidad para tener un efecto directo en la luminosidad de nuestra piel.

Nada demasiado insuperable, sobre todo porque este enfoque de belleza holístico vinculado a nuestro bienestar general produce efectos positivos en nuestro rostro y cuerpo en tan solo unas semanas.