Casi el 80% del plástico acaba en la naturaleza
Justificada o no, esta citación judicial sin precedentes de un Estado americano contra los fabricantes demuestra las insuficiencias del reciclaje del plástico frente a la producción continua de este derivado de hidrocarburos. Las cifras son edificantes. Según la OCDE, en 2019 se produjeron en todo el mundo unos 460 millones de toneladas de plásticos, generando 353 millones de toneladas de residuos, de los cuales menos del 10% se recicla actualmente. El 12% sería incinerado y el 79% se acumularía en vertederos o en la naturaleza. En el caso de los océanos, la observación es clara: hay 5 billones de trozos de plástico a la deriva y 700 especies de animales marinos ya han ingerido plástico o han quedado atrapadas en él.
Entonces, ¿cómo podemos actuar contra este uso masivo del plástico y la contaminación que provoca? Primero, debemos aumentar el uso de plásticos reciclables Y reciclados tanto como sea posible. La sociedad está progresando, particularmente a través de los sistemas de recolección y procesamiento ampliamente utilizados hoy en día en muchos países. En Francia, Citeo estima que se reciclaría el 28% de los plásticos: el 54,5% para botellas y termos... pero sólo el 7,5% para otros envases. Entonces puedo hacerlo mejor.
La otra opción es apuntar a estos envases que, por sí solos, representan casi la mitad de todos los residuos plásticos del mundo. Primera solución avanzada: sustituir el plástico por materiales más limpios, o mejor dicho, menos contaminantes.
El vidrio y el aluminio son esenciales y ambos tienen la ventaja de tener una tasa de reciclabilidad cercana al 100%.
Vidrio y aluminio: alternativas reales (?)
Si tomamos el caso del vidrio, de hecho se puede reutilizar infinitamente manteniendo perfectamente estable en el tiempo: no se degrada y, por tanto, no contamina el medio ambiente después de su fabricación. Los únicos inconvenientes: los materiales y la cantidad de energía utilizada. Para producir vidrio se necesita arena –un recurso limitado en el planeta– y cocción a altas temperaturas en hornos difíciles de detener.
El aluminio, por el contrario, tiene la ventaja de ser de fácil acceso. También es casi 100% reciclable, está ampliamente presente en el mineral de bauxita y es el metal más abundante en la Tierra. Lo cierto es que su producción también consume mucha energía y su tasa de reciclaje es insuficiente: si el vidrio presenta una tasa del 85% en Francia, la del aluminio se estanca en el 48% (cifras de Citeo), mientras que, a diferencia del vidrio, se degrada lentamente y termina contaminando el suelo y el agua si no se recicla.
Conclusión sobre este punto: el vidrio y el aluminio constituyen alternativas creíbles al uso del plástico, pero ninguno de los dos puede pretender ser una solución ideal. Debemos volver a una idea ampliamente aceptada: ¡el mejor residuo es el que no se produce!
En otras palabras, reciclador, si, pero también reutilizar Y reducir según el principio de las 3R tan querido por la economía circular.